“Muchos hemos visto cómo se reducían nuestros ingresos, y algunos no saben cómo van vivir”, cuenta Susan Wilson, jubilada y residente en Alcocebre (Castellón) desde hace 12 años.

Susan -como muchos otros británicos que viven en España- depende de su pensión, procedente del Reino Unido y que se ha visto reducida en un 18 por ciento desde el referéndum del Brexit, por la caída de la libra. Cree que los más vulnerables son los que reciben una pensión del Estado británico, y conoce “personas que se ven obligadas a tomar decisiones financieras difíciles porque los ingresos que tenían hace tres años van a verse reducidos aún más”.

“Una gran parte de los británicos que reside en España son pensionistas; hasta ahora el gobierno británico les actualiza cada año la pensión, pero es posible que no lo siga haciendo”, dice Neil Hesketh, que vive en Málaga, y donde reside desde hace 17 años. Neil vino a España porque “quería vivir en un clima diferente” y encontró al principio trabajo en marketing y en una inmobiliaria. Explica que “hay jubilados, mayores -con problemas de salud- que están preocupados con el riesgo de quedarse sin cobertura sanitaria después del Brexit”, y “están un poco asustados, todos corriendo para inscribirse en el registro de ciudadanos europeos” para no quedarse sin cobertura sanitaria. A día de hoy el principal problema es “la capacidad de las comisarías para aceptar a todas las personas que quieren citas para inscribirse; están tardando en dar citas”, señala Neil, aunque reconoce que tanto la embajada del Reino Unido como el Ministerio de Interior español están haciendo todo lo que pueden.

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