A sus 67 años Paul Oldroyd lleva ya tres viviendo en España con su mujer Christine (70). Esta pareja de británicos siempre tuvo claro que en cuanto se jubilaran dejarían atrás el clima inglés: “Nuestra primera opción era Francia pero nos dimos cuenta de que el invierno allí no es mucho más cálido que en Reino Unido. Así que probamos a pasar una temporada en la costa española y nos enamoramos de este país”. Cuando llegaron no sabían ni una palabra de castellano -a Paul todavía hoy le cuesta hablarlo- pero desde entonces su hogar está en Árchez, un pequeño pueblo en la sierra de Málaga. Aunque no saben si ahora tendrán que abandonarlo.

Tal y como está la situación ahora mismo ,si el 29 de marzo se produce un brexit sin acuerdo, Paul y Christine se verían obligados a regresar a los duros inviernos de Worcester: “Ninguno de los dos queremos volver a un país que, desde que nos fuimos, parece haberse convertido en un sitio horrible, asqueroso y racista”, comenta Paul. “Mi mujer está permanentemente deprimida por la situación. Estamos en un limbo. No queremos irnos, nuestras vidas están aquí. Pero si la situación no se arregla, no nos quedaría más remedio que regresar”.

Paul habla resignado porque la decisión no está en su mano. Desde hace un tiempo sus problemas de salud le obligan a hacer uso del sistema sanitario español pero el gobierno británico ha asegurado que el brexit sin acuerdo implica que dejará de cubrir esa asistencia a los británicos que vivan fuera de Reino Unido. Eso a pesar de que, como en 2017 explicó el funcionario del departamento de salud Paul MacNaught  en el Parlamento Británico, Reino Unido se ahorraría cerca de 513 millones de euros si mantiene la situación como hasta ahora. Porque un pensionista que vive en territorio británico le cuesta al NHS (National Healthcare Service) en torno a 4.000 euros al año. Pero si el pensionista reside en España, el NHS paga al Sistema Nacional de Salud español una media de 3.500 euros. Esto supone que la sanidad española recibe 245 millones de euros, menos que los 280 que le supondría a Reino Unido que los 70.000 pensionistas británicos residentes en nuestro país regresaran. Sin contar, como apunta Paul, el problema de infraestructura que supondría el regreso de los 190.000 pensionistas británicos residentes en países Europeos: “Sería una gran presión para el NHS, que ya está chirriando y que crujirá aún más cuando los trabajadores de la UE se vayan”.

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